Pic D'Anie / Auñamendi (2.507m.)
Publicado: 10.10.2010 - 10:26
Ya hace tiempo que no subía alguna rutilla por aquí, la verdad es que he estado un poco vago... En fin, vamos allá.
Lunes, 4 de agosto. Me pongo en marcha con mi amigo Carlos, compañero habitual de excursiones otoñales, sin tener muy claro a dónde vamos, para variar. Tras un viaje pasado por agua, terminamos en Isaba, en el Valle del Roncal. El albergue está totalmente vacío; cenamos algo en la puerta de la cafetería, entre frío y lluvia, preguntándonos qué hacemos aquí en estas condiciones y esperando que el tiempo mejore.

El día siguiente amanece fresco (3ºC) y cubierto. Recogemos las mochilas y nos subimos al
en dirección al collado de la Piedra de San Martín. Pero, de camino, la cosa cambia... ¡y mucho! Las nubes se quedan pegadas al valle, dejando ver un cielo azul y despejado.

La verdad es que no tenemos más intención que dar un paseo por el karst pero, al fondo, la silueta del Anie te atrapa...

Por detrás queda el Orhi, que ya ascendimos en una de nuestras escapadas otoñales:

Pronto dejamos atrás el Arlas y, ¿quién nos lo iba a decir anoche?, hace un día precioso.

El paisaje va cambiando lentamente; poco a poco, la piedra sustituye al pasto sobre el que caminamos...

Llegados a este punto, tenemos muy claro a dónde vamos:

Este pequeño destrepe, que supero con la legendaria habilidad que me caracteriza, nos mete directamente en otro mundo. Entramos en el reino de la piedra:

Caminamos ahora por el lapiaz, siguiendo los numerosos hitos y sorteando simas. Poco a poco nos vamos acercando...

...y, echando la vista atrás, entre la piedra, asoma el Arlas, ahora casi insignificante.

El sendero asciende suavamente bajo la ladera oeste.

Tras una pequeña parada para charlar con un navarrico, el único humano que nos hemos cruzado en toda la mañana, seguimos rodeando el Anie hacia su cara sur, más asequible. Él iba a hacer la norte.

Llegando al final de la vuelta, necesito apoyar las manos para continuar:


En este punto, tenemos esta vista de la Mesa de los Tres Reyes:

El último repecho pica; Carlos, que siempre va por delante, se desvía demasiado a la derecha, lo que me da tiempo para alcanzarle en la llegada a la cima.

Estamos arriba -2.507 m.- en unas 3 horas y media.

Y esto es lo que hay. ¡Casi nada!






El día es excelente y un poco de abrigo basta para quedarse un rato disfrutando de la cima, Reponemos fuerzas y nos preparamos para la vuelta, por el mismo camino. Desde el principio me voy quedando atrás...

...y el Auñamendi también.

El sube y baja entre el lapiaz me resulta agotador...

...y me hago esperar. Menos mal, porque no me queda agua y me tengo que beber la de Carlos.

Volvemos hacia la Piedra de San Martín...

...dejando el Arlas a nuestra derecha.

Sobrepasado el Arlas, el Anie ya es, a lo lejos, un recuerdo imborrable:

Ha sido un día inolvidable; estoy feliz y muy cansado. ¡Ya estoy mayor para estas cosas!
Lunes, 4 de agosto. Me pongo en marcha con mi amigo Carlos, compañero habitual de excursiones otoñales, sin tener muy claro a dónde vamos, para variar. Tras un viaje pasado por agua, terminamos en Isaba, en el Valle del Roncal. El albergue está totalmente vacío; cenamos algo en la puerta de la cafetería, entre frío y lluvia, preguntándonos qué hacemos aquí en estas condiciones y esperando que el tiempo mejore.

El día siguiente amanece fresco (3ºC) y cubierto. Recogemos las mochilas y nos subimos al


La verdad es que no tenemos más intención que dar un paseo por el karst pero, al fondo, la silueta del Anie te atrapa...

Por detrás queda el Orhi, que ya ascendimos en una de nuestras escapadas otoñales:

Pronto dejamos atrás el Arlas y, ¿quién nos lo iba a decir anoche?, hace un día precioso.

El paisaje va cambiando lentamente; poco a poco, la piedra sustituye al pasto sobre el que caminamos...

Llegados a este punto, tenemos muy claro a dónde vamos:

Este pequeño destrepe, que supero con la legendaria habilidad que me caracteriza, nos mete directamente en otro mundo. Entramos en el reino de la piedra:

Caminamos ahora por el lapiaz, siguiendo los numerosos hitos y sorteando simas. Poco a poco nos vamos acercando...

...y, echando la vista atrás, entre la piedra, asoma el Arlas, ahora casi insignificante.

El sendero asciende suavamente bajo la ladera oeste.

Tras una pequeña parada para charlar con un navarrico, el único humano que nos hemos cruzado en toda la mañana, seguimos rodeando el Anie hacia su cara sur, más asequible. Él iba a hacer la norte.

Llegando al final de la vuelta, necesito apoyar las manos para continuar:


En este punto, tenemos esta vista de la Mesa de los Tres Reyes:

El último repecho pica; Carlos, que siempre va por delante, se desvía demasiado a la derecha, lo que me da tiempo para alcanzarle en la llegada a la cima.

Estamos arriba -2.507 m.- en unas 3 horas y media.

Y esto es lo que hay. ¡Casi nada!






El día es excelente y un poco de abrigo basta para quedarse un rato disfrutando de la cima, Reponemos fuerzas y nos preparamos para la vuelta, por el mismo camino. Desde el principio me voy quedando atrás...

...y el Auñamendi también.

El sube y baja entre el lapiaz me resulta agotador...

...y me hago esperar. Menos mal, porque no me queda agua y me tengo que beber la de Carlos.

Volvemos hacia la Piedra de San Martín...

...dejando el Arlas a nuestra derecha.

Sobrepasado el Arlas, el Anie ya es, a lo lejos, un recuerdo imborrable:

Ha sido un día inolvidable; estoy feliz y muy cansado. ¡Ya estoy mayor para estas cosas!